Un espíritu de temor – Parte 3 "VINIERON A ÉL Y LO DESPERTARON, DICIENDO: ¡MAESTRO, MAESTRO, QUE PERECEMOS! …" (Lucas 8:24) La Biblia nos relata: "[Jesús] entró en una barca con sus discípulos y les dijo: Pasemos al otro lado del lago. Y partieron. Pero, mientras navegaban, Él se durmió. Y se desencadenó una tempestad de viento en el lago, y se anegaban y peligraban. Vinieron a Él y lo despertaron, diciendo: ¡Maestro, Maestro, que perecemos! Despertando Él, reprendió al viento y a las olas… Y les dijo: ¿Dónde está vuestra fe? Atemorizados, se maravillaban y se decían unos a otros: ¿Quién es éste, que aun a los vientos y a las aguas manda, y lo obedecen? " (Lucas 8:22-25). En este episodio comprobamos que los discípulos tenían un espíritu de temor. No importa cuántas veces nos haya bendecido Dios y haya respondido nuestras oraciones, la siguiente vez que enfrentamos una crisis, sobre todo si es algo nuevo, nos atemorizamos. ¿Quién les había pedido a los discípulos que entraran en la barca?
Hubo en Babilonia un rey llamado Nabucodonosor. Este rey hizo levantar una estatua de oro enorme. La altura de la estatua era de veintisiete metros de alto por dos metros y medio de ancho. Eso es como un edificio de nueve pisos. El rey estaba muy orgulloso de su estatua y mandó a sus consejeros, jueces, tesoreros, oficiales y a los gobernadores de las provincias a ir a la inauguración de la estatua. Entre ellos se encontraban Sadrac, Mesac y Abednego, judíos amigos de Daniel. Ese día el rey Nabucodonosor ordenó que al sonido de los instrumentos musicales todos se postraran delante de la estatua. La orden incluía algo terrible: el que no se postrara delante de la estatua sería arrojado en un horno de fuego ardiendo. De repente sonó la música y el pueblo entero se arrodilló ante la estatua de Nabucodonosor, todos excepto Sadrac, Mesac y Abednego; ellos solo adoraban al Dios vivo y no iban a postrarse delante de ninguna estatua. Algunos líderes vieron que estos tres amigos no estaban adorando a la estatua así que fueron a contárselo al rey.
In rarer, more severe forms of the disorder, hair loss can involve the entire scalp or the entire body, including the eyebrows, eyelashes, beard, underarm hair and pubic hair (hair around the genitals). Diagnosis Your doctor will usually be able to diagnose alopecia areata based on examination of the areas of your hair loss and your symptoms. To look for further evidence, your doctor may pull gently on the hairs near the edge of the bald area to determine whether these hairs come out very easily and to inspect them for any structural abnormalities of the root or shaft. If there is still doubt as to diagnosis, a small skin biopsy of your scalp may confirm the diagnosis. In a biopsy, a small piece of skin is removed and examined in a laboratory. Expected Duration In most small patches of alopecia areata, the hair regrows within 6 to 12 months. However, it's common for the problem to happen again. Prevention Alopecia areata cannot be prevented. Treatment Although there is no permanent cure for alopecia areata, there are ways that may short-circuit the body's autoimmune reaction in the scalp and encourage hair regrowth.
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